Cuando los cuerpos están desnudos, las miradas están vestidas.
La presentación de la persona en la vida cotidiana. E. Goffman.
Existen muchos estudios dentro de la Ciencia Cognitiva que se han ocupado del problema de la percepción del ser humano. Uno de los más conocidos, como ya señalamos anteriormente, es el de los experimentos realizados sobre la percepción del color entre pueblos con culturas y lenguas muy diferentes. La Antropología ha criticado estos planteamientos atenuando el alcance de estas conclusiones; los antropólogos alegan que, si bien es cierto que existen unos umbrales de percepción del color similares, los colores poseen diferente significado en cada cultura, de tal manera que los seres humanos razonan en su vida cotidiana con lo que ese color significa en su contexto (como por ejemplo, el uso del color negro para expresar el sentimiento de pena en nuestra cultura). Otro ejemplo sería el del significado atribuido a los números. En la cultura china el ocho es el número de la buena suerte. Esto tiene una gran trascendencia social y económica en este país. Se llega a pagar más por los números ocho de las habitaciones de hotel; así como el número de la mala suerte, el cuatro, no aparece en los listines telefónicos. Las culturas se materializan en normas que regulan la conducta social de los seres humanos y le confieren a los actos una interpretación que deriva en un juicio de valor positivo o negativo. Ya hemos hablado de esto en el apartado sobre las emociones. Pensemos, por ejemplo, en la palabra adulterio, donde una conducta sexual se interpreta negativamente a causa de unas normas culturales de origen religioso.
Además, buena parte de nuestra actividad mental se ocupa en saber cómo nos están viendo los demás. Erving Goffman, a principio de los setenta, se propone como programa de investigación la elaboración de una teoría sociológica de la comunicación interpersonal . Con estas palabras introduce Goffman su ya famosa obra La presentación de la persona en la vida cotidiana:
En este estudio empleamos la perspectiva de la actuación o representación teatral […]. En las páginas que siguen se considerará de qué manera el individuo se presenta y presenta su actividad ante otros, en las situaciones de trabajo corriente, en qué forma guía y controla la impresión que los otros se forman de él, y qué tipo de cosas puede y no puede hacer mientras actúa ante ellos.
Es obvio que lo importante en algunos contextos laborales, dentro de los cuales, la universidad es uno de ellos, es más importante hacer que se trabaja antes que trabajar realmente.
Las interacciones sociales constituyen, por tanto, el entramado del orden social. Goffman toma de la teoría matemática de los juegos de Von Neumann el concepto de estrategia y con él designa todos los aspectos de la interacción susceptibles de predicción, cálculo y control . Para dicho autor, el comportamiento humano viene regido por un conjunto de códigos, de sistemas, de reglas; y en las interacciones cotidianas se transparenta dicho sistema. El individuo debe seguir las reglas, como un ritual, si quiere continuar siendo considerado una persona normal:
Es a estas frágiles reglas y no al inquebrantable carácter del mundo externo a las que debemos nuestro indestructible sentido de la realidad.
No es casualidad, por tanto, que Goffman utilice la metáfora del teatro a la hora de explicar cómo se comporta el ser humano de acuerdo con lo que él quiere que piensen los demás de él y con las normas que rigen el escenario en el que se encuentra. Según Wolf , la metáfora teatral no asegura que la vida cotidiana y el teatro sean una misma cosa, sino dice que la representación no está confinada al reino de la ficción y que constituye un dispositivo importante y esencial en la vida cotidiana […] parece como si empleásemos nuestro tiempo no tanto en dar información como en hacer un espectáculo. Se espera, por tanto, que cada parte reprima sus sentimientos inmediatos ofreciendo una interpretación de la situación que se considere al menos momentáneamente como aceptable por parte de los otros y del orden social. Así, si nuestro jefe es un incompetente no podremos decirle nunca lo que pensamos, bajo riesgo de que ejerza su poder echándonos del espacio laboral. Es mejor, por tanto, fingir, seguir el juego, representar teatralmente que nuestro jefe es la persona más buena e inteligente del mundo, de esta manera, no solo nuestro jefe estará contento con la representación teatral, sino que el orden social saldrá reforzado, y la ficción, como dice Goffman, será una realidad más segura que la inestabilidad que pueda causar la propia verdad.
Pero definir una situación comunicativa significa identificar cooperativamente qué estructura dar a la interacción; es muy importante aclarar que los actores luchan y cooperan para definir el sentido de la realidad del microsistema. Para ello, se ayudan de los marcos contextuales o frames. Un frame está conformado por las premisas organizativas de la actividad de los actores sociales; son principios de organización que gobiernan los acontecimientos. Una divergencia de frames se produciría, por ejemplo, en un robo fallido, en que el empleado del banco no tomara en serio la intimidación para que entregue el dinero. Todos los frames implican expectativas. La comunicación es una actividad posible en virtud del frame de la interacción que constituye a los sujetos en personas recíprocamente accesibles: es en las micro realidades sociales construidas por la interacción donde es posible comunicarse, es por eso que Wolf dice: la interacción social es un circo de la conducta .
Así pues, siguiendo con el ejemplo del contexto laboral, dicho contexto respondería a un marco presidido por una normas que hacen que la interacción social se vuelva relativamente predecible, esto es, una interacción donde se esperan unas cosas y no otras. Por ejemplo, se espera que el jefe mande al empleado y no al revés. O que se haga caso omiso a normas más o menos explícitas como la puntualidad. En el nivel de la conversación, se esperan ciertos actos comunicativos, como por ejemplo, el saludo y la despedida, y no el insulto o la falsa acusación.
La idea de que la intersubjetividad está conformada por marcos que tipifican y hacen las situaciones predecibles no solo se abordado en la Microsociología sino también en la Psicología Cognitiva y en la Inteligencia Artificial. Sin embargo, los marcos o guiones de la IA todavía están muy lejos de implementar este conocimiento. Goffman afirma que las interacciones están sujetas a normas, a reglas o cálculos. No obstante, el conocimiento de estas parcelas no está lo suficientemente sistematizado como para implementar estas normas o reglas al mundo de la IA. En el último capítulo de esta tesis volveremos sobre esta idea de la formalización e implementación de las normas que rigen los marcos contextuales, y haremos también una primera aproximación a este tema.
Otra corriente importante dentro de la Microsociología es la Etnometodología. El objetivo de la misma es estudiar los modos en que se organiza el conocimiento que tienen los sujetos de los cursos de acción normales, de sus asuntos cotidianos . Para los miembros de esta escuela, al igual que para Goffman, la producción de la sociedad es un esfuerzo consciente, mantenido y llevado a efecto por los seres humanos que la componen. Es en el hacer social donde se transparentan las redes de relaciones de intersubjetividad. En este sentido, el lenguaje es el factor cimentador de la forma social. El objetivo de estudio de esta corriente sociológica es el análisis de los modos concisos en que los individuos hacen racionales y explicables sus experiencias de todos los días. Un ejemplo de estudio etnometodológico es el de D. Judnow sobre los protocolos que se siguen para gestionar la muerte en un gran hospital americano.
Pasemos ahora a la última corriente de este apartado: el Análisis de la conversación. Tusón nos explica cómo el término conversar viene de la palabra latina conversari, que significa convivir, y que a su vez se compone de cum y de versari (dar vueltas). Interesante etimología para aquellos que entiendan la conversación como un mero intercambio de información y no como un acto social, cuando no un arte. A través de la conversación entramos en contacto con el mundo, con la intersubjetividad . La conversación es una habilidad socialmente reconocida y exigida. El estudiar las conversaciones significa explicar los métodos que los sujetos emplean para construir los intercambios ordenados de palabra y para manifestarse el uno al otro la naturaleza regulada, coherente, descriptiva de sus secuencias conversacionales. La conversación también está sujeta a reglas. El objetivo de esta última corriente, por tanto, consiste en explicitar los procesamientos, reglas y modos con los cuales los locutores ordenan, construyen su propia actividad conversacional mientras la desarrollan .
La conversación se ha convertido en el centro de atención de diferentes perspectivas científicas. La Etnografía de la comunicación, la Sociolingüística de la interacción, la Etnometodología, el Análisis del discurso, la Lingüística textual y la Pragmática son algunas de ellas. Estas áreas de estudio se proponen entender los factores cognitivos, socioculturales y lingüísticos que intervienen en cualquier interacción verbal oral. La motivación teórica fundamental por las que estas corrientes estudian la conversación se basa en la creencia de que los fenómenos sociales son del mismo orden que los lingüísticos . Las aportaciones más interesantes han sido aquellas destinadas a crear conceptos sobre la estructura de la conversación, tales como curso, período, tema, transacción, intercambio y movimiento (de la escuela británica de Clouthard y Sinclair); y la secuencia, el turno, el acto, la transición de un turno a otro, el cambio de turno, la selección del hablante, las secuencias de apertura y cierre, los pares adyacentes (por ejemplo, gracias, de nada (de la escuela norteamericana) o el concepto de preferencia . Cuando conversamos, existen turnos que son preferidos en la conversación, los esperables o los deseados dentro de la interacción social. Así pues, es preferible que a una invitación como ¿Te apetece ir a la feria? se responda con una aceptación antes que con una negativa.
Las conversaciones suelen responder a patrones estructurales:
A: ¿Te apetece dar un paseo?
B: Tengo mucho trabajo
A: Vaya, otro día.
Este ejemplo, inspirado en el de Tusón responde al esquema: pregunta – respuesta -evaluación/comentario.
Así mismo, Schegoff y Sacks observan en sus estudios de los años setenta que los cierres conversacionales suelen constar de cuatro partes: ofrecimiento de cierre, aceptación del ofrecimiento, despedida y cierre.
Muchos de estos conceptos sobre la estructura de la conversación han sido utilizados a la hora de etiquetar corpus como señalaremos en el capítulo seis de este trabajo.
Así pues, para terminar, quede constancia aquí de que si bien la conducta humana es difícil de predecir, no lo son los comportamientos de los individuos insertos en un contexto determinado donde ocupan un rol social que, si bien puede ser impuesto, ellos construyen y confirman cada día con sus acciones y de acuerdo con el cumplimiento de unas normas cuya explicitación en la mayoría de los casos solo se pone de manifiesto cuando se incumplen, o mejor dicho, solo pasamos a ser conscientes de ellas cuando alguno de los individuos sociales las ha roto. En cualquier caso, cuando un individuo rompe una o varias normas, se le considera maleducado, conflictivo, problemático, extravagante y dependiendo del grado de no adecuación al marco hasta puede llegar a calificárselo de loco. Un individuo que no se adapte a las normas que materializan un orden social será tarde o temprano rechazado por la institución o contexto. En cualquier caso, la norma nunca será cuestionada, y mucho menos lo será el orden social en el que se sustenta, sino que será el individuo el que quede absolutamente deslegitimado por los que representen y apoyen dicho orden social.
Por tanto, y para ir concluyendo, los contextos están gobernados por reglas, y las conversaciones tienen una estructura. Todo este conocimiento es de gran utilidad para los sistemas de diálogo hombre-máquina. En el capítulo último trataremos qué grado de aplicación ha tenido este conocimiento a los sistemas de diálogo hombre-máquina. Pero ya advertimos aquí que para la formalización de los contextos no solo necesitamos que los sociólogos, antropólogos expliciten las normas sino que además necesitamos construir modelos de contextos donde las normas sigan una estructura; además debemos conseguir no solo que de unas normas se deriven otras, sino que al mismo tiempo se relacionen con los enunciados lingüísticos. Las ciencias duras siempre han desprestigiado el conocimiento de las humanidades tachándolo de vago, volátil y relativo. Sin embargo, necesitan de la observación y descripción de estos campos si quieren profundizar en la formalización de los contextos.
Pasemos ahora al último apartado del capítulo, dedicado a la Pragmática Computacional.
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